quejido sordo.

Pues pareciera que queda un quejido sordo sobre el mantel, el mismo tal vez de anoche, que aun pesaba su sonido sobre la fuerte tormenta que partía el cielo en dos, y alumbraba sus grietas a la mitad de la oscuridad distinguiendo el mar del cielo, o atravesando su luz por las cortinas.

Ese quejido que no muestra lo que no debe ser olvidado, y que al contrario sería mejor cultivarlo mas a menudo, hoy mas que nunca, como de costumbre en nuestra historia humana. Y es que vivir,  en estas ultimas generaciones y en esta sociedad pareciera que cuesta demasiado trabajo, y que la parte mas primitiva, mas esencial como animales que somos, es la mas aplaudida, mas cómoda, la mas satisfactoria, aunque sea solo por cinco minutos y cada vez dure menos el efecto.

La cosa esta en que somos seres humanos, y podemos dar mas que solo animaladas, podemos poner luz, aportar, tocarnos el espíritu, es lo que nos hace mas unidos y es lo que produce el arte. Pero el arte es muy selectivo, esta al alcance de todo aquel que lo desee, pero muy pocos realmente deciden tener acceso a él. La música, la danza, la actuación, las artes visuales, la poesía, exigen mas que las satisfacciones superficiales y primitivas, exigen mas tiempo, paciencia,  ir a lo mas profundo de nuestro propio océano, a los tesoros mas sagrados, exigen mayor virtuosismo, racionalidad, exigen mas humanidad.

...Y que humanidad sería la nuestra si no tuviese siquiera la voluntad de corresponder a esa exigencia, menospreciando el esfuerzo, sobre valuando el desgane por la vida, minimizando su humanidad. 

Algunos lo apuntaran solo como teoría, pero es real. El hombre seguirá teniendo la capacidad de expresarse majestuosamente, de buscar la verdad,  seguirá forjando, en algunos de nosotros la esperanza, seguirá alimentándose de humanidad, seguiremos en la lucha de vencer nuestras limitaciones para poder crear un algo que ofrezca nuestro espíritu humano a los demás, pues debajo de nuestra piel hay un mundo que nos mantiene vivos.