De la politica y el bien comun.

El fin de la sociedad política es perseguir el bien común. Crear las mejores condiciones sociales posibles para que todas las personas puedan vivir dignamente y realizarse como seres humanos en una sociedad. Para que puedan estar enfocados en perseguir el bien supremo fundamental del ser humano, la felicidad y el bienestar, de manera profunda y razonada. 

Un estado justo que busque el interés general es quien tendrá la capacidad de poder promover y conducir los valores a donde deben estar y evitar a toda costa que por bienes particulares se intercambie el orden social por la oligarquía, la tiranía o la demagogia lo cual por consecuencia tendrá justamente lo contrario al fin de la política en si. 

Pero corren mal los tiempos para el bien común, y la política social parece desquiciada. Al parecer la misma consecuencia de vivir en una cultura de consumo  ha provocado que la sociedad del individualismo hedonista haya soldado las bases de la vida social y política  pervirtiéndola  y degradando a la sociedad misma anteponiendo  e imponiendo  las necesidades y conveniencias muy particulares cuestionables y deleznables de algunos sobre el bien común. Esto ha generado que los mismos miembros de la sociedad terminen normalizando la barbaridad de la insensatez y la degradación social y política y no identifiquen lo bueno de lo malo o en su defecto terminen defendiendo e imponiendo su propia necesidad y conveniencia sobre el bien común desvergonzadamente. 

El individualismo no acepta el bien común. No acepta el respeto a la dignidad de las personas y la búsqueda de su razonamiento propio, de su reconocimiento proactivo, el desarrollo social justo, la paz o la estabilidad del orden social. 

Una sociedad tan ensimismada, necesitada  y drogada en su gusto por continuar en la vorágine de cubrir un perfil, de demostrar éxito y poder adquisitivo o de otra índole como fin existencial, aceptando cualquier cosa que les  muestre que  pueden saciar esas necesidades se aleja del bien común. Pareciese que esta manera tan falta de enfoque y razonamiento  no permite enterarte que solo cubriendo tus necesidades  consumidoras le regalas al otro tu propia libertad convirtiéndote en esclavo del propio sistema de consumo que hace que la maquinaria funcione a costa del mismo perjuicio que conlleva a cada individuo, y es que, vale la pena decirlo, el bien mayor te obliga a ceñirte a principios y valores, a modificar dinámicas, a buscar respuestas nuevas, a hacer hábitos ordenados, y todo ello implica que los resultados son consecuencia de un proceso, de un esfuerzo, de ser recio, consecuente, prudente, de alimentar templanza, y eso es quizá lo que el individuo contemporáneo no esta dispuesto a permitirse. Se prefiere obtener el bien deseable sin esfuerzo y en la inmediatez. No hay siembra que se coseche sin hacer el esfuerzo previo. La política social actual no es mas que el reflejo de nuestra propia cultura de consumo. 

La imposición del interés particular hace perder y debilita el bien común, y en un Estado, los empobrecidos son los mas golpeados, queda debilitada la misma raíz de la democracia. Los sistemas democráticos actuales han perdido en mucho la capacidad de decidir sobre el bien común pues las respuestas a los cuestionamientos que se plantean en sociedad son examinados según criterios de fuerza electoral, popular o financiera de los grupos que sostienen a los partidos, o los sistemas económicos. Esta desviación en el interés político solo genera desconfianza, apatía y molestia en los individuos quienes cada vez participan menos en la política y el interés social, desvanecen el espíritu, empobrecen el tejido social. 

Es urgente que existan individuos participativos, promotores de la igualdad, la libertad, la justicia, la inclusión, pero hoy, la única manera es que cada uno haga uso de su deber de prestar su colaboración personal al bien común y preguntarse,  ¿Por qué seguir priorizando y defendiendo nuestro status quo y nuestras comodidades y vanidades en vez de defender las cosas que realmente son importantes como la dignidad humana, la seguridad o el enfrentar la arbitrariedad? ¿Por qué no plantearnos disminuir nuestra necesidad de individualismo y apostarle a acciones comunes? ¿Cómo podemos encontrar estrategias solidas para hacer equipos sin pisarnos los talones o pretender que cada uno jale para su lado? ¿Cómo podemos hacer negociaciones, ceder o respetar la palabra para conseguir dignificar nuestra propia vida en la realidad cotidiana? ¿Cómo rescatar el valor del bien común, tan fundamental de la vida humana, desde nuestras pequeñas decisiones? ¿Cómo lograr tener mejores condiciones de vida, donde le demos prioridad al valor que nos construye a largo plazo y no sigamos en la rueda de la descomunal destrucción y desquiciamiento de la política social, el tejido y la estructura social?. 

¿Cómo reaccionar  en vez de seguirnos evadiendo y escondernos tras los objetos que compramos, nuestro coche, los placeres vanos, nuestros juguetes, nuestro celular, nuestras pantallas,?... 

Las consecuencias son espeluznantes, el monstruo crece y acapara y la realidad se impone. 







Comentarios

eduardourbiolaituarte ha dicho que…
ES TODO ESTE MEREQUETENGUE DE ENRREDO UN INCORDIO PARA NUESTRA SOCIEDAD Y SU PERVIVENCIA .. CUALQUIER ESFUERZO A FAVOR DE DESANUDAR LA MADEJA ES BIENVENIDO ... UN ABRAZO KARLA ROJO

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