El trabajo del modelo y el artista como descifrador del diagrama del objeto a representar.
La primera vez que uno sirve como
objeto a representar, es decir, que sirve de modelo a un artista, alumno o grupo
es un tanto extraño. Lo que te lleva ahí es generalmente curiosidad, buscar una
experiencia nueva, ayudar. Es subirse a
un podio completamente expuesto a la
observación de los demás. Ellos están mirando todo, cada parte de ti, cada expresión,
cada movimiento, pero te miran de un modo muy particular, ven líneas, ven
sombras, ven manchas, pues en cierta manera eres un diagrama, un mapa que están
descifrando buscando abstracciones, buscando anotaciones en su papel blanco, en
su intelecto.
Cuando uno se quita la ropa y se
pone el traje de modelo convirtiéndose con ello en un objeto, como una taza o una
mesa, de cierta manera experimenta un
acto de generosidad. El modelo reconoce su poder, su influencia sobre el trabajo
de quien lo observa y descubre en sí mismo un lenguaje estético a través de su
cuerpo, lo cual es enormemente gratificante.
El trabajo del modelo es
realmente significativo desde ambos puntos de vista, de quien está detrás del
papel o el lente y de quien posa.
Durante la sesión el tiempo no se
percibe igual y lidiar con él para el modelo en pose puede ser un desafío. El
cuerpo se cansa de estar en una sola posición durante mucho tiempo y la mente
se mantiene concentrada solo en estar ahí, aguantando la tensión, forzando al
cuerpo a no moverse, ayudándolo a controlar el dolor, el cansancio o el que se
ha dormido una parte, un brazo o una pierna. Entre más compleja es la pose
mayor atención y nivel de concentración se requiere, por lo que es una
experiencia que te da la oportunidad de vivir solo el presente sin tener otra
opción, estas conectado con el presente hasta despreocuparte del cómo te ven,
del cómo es tu cuerpo, del tiempo, solo sintiendo el silencio y el rugir del lápiz
o pincel sobre la superficie de trabajo, pareciera que el tiempo desaparece. El
artista o alumno por su parte esta absorto en su propio proceso creativo, por
su mente corre un sin número de ángulos y medidas, se forza en estudiar y
descubrir cada punto y como se une uno con otro, de ir leyendo el objeto hasta
poco a poco lograr interpretarlo en el papel, es un proceso mental complicado. Siempre
percibe si el modelo esta cómodo, si se siente seguro, si se siente bien
consigo mismo o está nervioso o espantado, pues eso condiciona el nivel de complejidad
de su trabajo, que el modelo este más suelto, cómodo, dispuesto y concentrado
le facilita las cosas.
En las sesiones fotográficas
sucede algo similar, cuando se está detrás del lente y se contempla al modelo
se busca desde diferentes ángulos acercarse a la idea preconcebida de lo que se
quiere interpretar, buscando en la forma y expresión del cuerpo del modelo, en
su propio lenguaje las mayores posibilidades para expresar lo que se quiere
decir y el cómo se desarrollara posteriormente desde el inicio del trazo del
dibujo hasta el proceso completo que implique.
Cada sesión ofrece esa conexión con
tu imaginación, con tus pensamientos, contigo mismo es una manera de meditación.
Comentarios
Saludos Karla! buen artículo!