APUNTE DE LAS RELACIONES HUMANAS XII. Del modo condicional.


Siempre fui amante de ver biografías de personajes que me parecían interesantes, sobre todo por sus ideas, su forma de pensar y de vivirse... Camus, María Casares, Frida, Simone de Beauvoir, Sartre, Coco, Hipatia, Castellanos, Sabines, Arendt, Freud, Nietzsche, Lou Andrea Salome, etc.

Me parecían ejemplos de otras formas de vivirse a las que yo conocía, gente con ideas y curiosidad por ver y descubrir mas allá de sus limitaciones y los impuestos por sus sociedades, la cultura o la religión, por el deber ser, y  ejemplos de que al final sus ideas y sus vidas aportaban algo a otros, tan cerca o lejos en tiempo y territorio, legados que abrieron otras puertas, que nos dieron luz, que nos permiten a nosotros vivir como vivimos en cierta manera.

 

Estamos en este siglo con tantas cosas en las cuales el ser humano puso mucho interés en generar desarrollo para vivir no solo de manera mas cómoda y eficiente, en tanto a lo practico y tecnológico (y sociabilizarla) sino mas civilizada, democrática,  con una búsqueda de inclusión, igualdad y derechos que nos hicieran mejores personas, mejores sociedades, pero al parecer algo nos paso en el camino que parece que cambiamos el rumbo o se generaron consecuencias no planeadas y estamos en algunas áreas en etapa de recesión, en otras formalmente de regresión. Habiéndonos convertido en neuróticos devoradores insaciables de consumo y así nos relacionamos entre nosotros y con nuestro entorno.

 

Creo que hoy en día habría que replantearnos muchas cosas, en torno a nuestras dinámicas sociales y personales, por ejemplo, en torno a la manera de resolver los conflictos, de prevalecer, de supervivencia.

 

No deberíamos continuar con establecer nuestras relaciones como un bien de consumo, no deberíamos seguir viéndonos como objetos o servicios, seguir la dinámica de la cosificación.

Y es que no somos cosas. Señores, las mujeres no somos objetos para su servicio, ya sea sexual o de asistencia, no existimos para saciar sus necesidades como a una maquina que le depositas una moneda y te da lo que quieres, no debería ser así, no existimos para ser madres, novias, esposas, castas y pornográficas al mismo tiempo por petición social o masculina, la mujer hoy debe ser librepensadora y decidir sobre si misma de manera responsable y el hombre debe verla como un otro yo, y no como una cosa que se posee y desecha a contentillo. Señoras, los hombres no son una billetera y un servicio de asistencia, no existen para sostener nuestra economía, no somos niñas, ni están para resolver todos nuestros problemas evitándonos con eso nuestro propio esfuerzo, no son proveedores de nuestros caprichos, no existen para pensar por nosotras, no son masajeadores para nuestro espíritu ni padres eternos a quienes se les entregue obediencia sumisa, voluntad e intelecto, eso no debería ser nuestra búsqueda, ellos piensan por si mismos y una debe verlos como un otro yo.  Lo mismo con nuestros hijos, padres o familiares, amigos,  nuestros compañeros de trabajo, etc. Somos personas no somos cosas.

 

Las relaciones afectivas, el matrimonio, el concubinato, la amistad y cualquier relación personal no deberían estar cimentadas en tales premisas, en exclusividades y convenciones sociales que solo pretenden cubrir nuestras inseguridades en lugar de hacerles frente y trabajarlas.

 

El genero, como la nacionalidad, la raza, el estado civil, el lugar que se ocupa en la familia o en una comunidad, las preferencias afectivas o sexuales, la salud, etc, nos hacen ver las cosas desde distintas perspectivas, por experiencia, pero no dejamos de ser personas. Todos estamos un tanto solos, y todos nos necesitamos, todos deseamos ser aceptados como somos, amar y ser amados y respetados, a todos se nos mueve el tapete cuando nos gusta alguien, todos nos enamoramos y sufrimos cuando nos abandonan, nos sentimos desamparados, tememos. Todos buscamos lo mismo, sentimos igual.

 

La moral no esta en la castidad de una persona, sino en los principios absolutos o universales independientes de la cultura y la religión  que nos hacen ser mejores personas y vivir de manera mas armoniosa con los demás, valores que conocemos como la honestidad, la valentía, templanza, justicia, paciencia, el respeto, etc.

 

Debemos dejar de ser toreadores, aceptar que es tiempo de dejar de mentir y de ello sacar ventaja todo el tiempo, soportar la nausea de vernos como una sociedad que todo el tiempo se transgrede a si misma a través de mentiras piadosas o verdades a medias y mas bien aprender a armarnos de valor para poner sobre la mesa nuestra postura, nuestros reales deseos,  negociación o determinación para posteriormente darle valor a nuestra propia palabra cumpliendo lo comprometido, lo pactado. Salirse por la tangente no nos lleva más que a la destrucción y el absurdo y genera mucho lio, que decimos no desear. No podemos seguir queriendo vivir sin correr ningún riesgo, pretender establecer relaciones cómodas y a modo que no nos expongan a ningún sufrimiento, y pretender sacar solo ventajas y beneficios de ellas, evadirnos cuando nos toque ver el daño que causamos o cualquier otra consecuencia. No deberíamos ser tan egoístas.

 

Al menos deberíamos intentarlo, como aquellos muertos que leemos en libros o admiramos en películas o mejor aun a través de su legado. Seguramente se equivocaron muchas veces pero siguieron firmes en sus propósitos de desarrollo. Seguramente conoceríamos mucho más de nosotros mismos y nuestras capacidades de aporte y afecto si nos abriéramos un poquito y nos permitiéramos ver mas allá de nuestra nariz y el corto plazo y nos conduciríamos hacia posibilidades mas amplias. Talvez estaríamos mas plenos y satisfechos y podríamos vivirnos en sociedades mas civilizadas y dejar este habito tan narcisista de pretender todo el tiempo darnos coba, tal vez estaríamos mentalmente mas sanos frente a un panorama mas amplio pensando en construir y no devastar o dejar pasar la vida así nomas por que si.. Quizá podríamos darle mas sentido a nuestra existencia, eso es siempre muy vivificante. 

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