APUNTE DE LAS RELACIONES HUMANAS XI. De la empatía y la corresponsabilidad.


 "No hagas lo que no te gustaría que te hicieran" es una frase muy conocida de Confucio, mas o menos por allá del s.V -VI ac, una regla de oro, es decir, un principio moral, que no una imposición de un valor como en una doctrina o religión, sino mas bien una manera de mejor conducir una dinámica de relación basada en el sentido común y en el principio de igualdad,   lo que se traduce en la no agresión, en una buena convivencia. 

En este siglo en el que vivimos frente a la inmediatez de los bienes y servicios que necesitamos y debemos adquirir, lo oportuno en el manejo de nuestras relaciones interpersonales es al parecer, al igual que nuestra misma relación con el entorno y lo natural, desaparecer y deshacernos de aquello o aquellos quienes ya no nos sirven, llámese un zapato, un trabajo, un amigo, un jefe, un camarero, la pareja, etc. Preocupados por lo que necesitamos en el momento y a cortísimo plazo y lo que no, y con una fuerte inyección de frases filosóficas deformadas y ajustadas también a las necesidades actuales como justificación,   confundimos el autocuidado con la destrucción ajena, lo del otro no importa, para preservar  nuestra salud mental o supervivencia simplemente arruinamos las de otros, sin ningún miramiento que un "Oups lo siento", cortando de manera unilateral el contacto, sin enfrentar ni dar mas explicaciones. 

Es mas fácil abordar las diferencias así, el rechazar o la no disposición de cumplir expectativas, pero sigo pensando que el costo no puede ser muy propositivo y menos constructivo para nadie. La sinceridad y la empatía, la correspondencia no deben ser un bonus para quienes "valen la pena", con la idea de que se lo merecen por haber obrado bien, sino un elemento básico de cualquier relación interpersonal. Si nos acostumbramos a no enfrentar, a no defender nuestra posición, a no aclarar que capacidad se tiene para acatar un compromiso, a no mostrar nuestra voluntad y deseos y solo se opta por desaparecer cada vez que una situación se aleja de nuestras expectativas o no sabemos como abordarla nos hacemos incapaces de solucionar problemas  y conflictos entre nosotros y darles salidas propositivas a nuestras relaciones, cerramos puertas que no tendrían porque cerrarse, nos invalidados en la capacidad de negociar y velar por un bien común, por un bien mayor que el de nuestros egoísmos y pequeñeces, en lugar de dejar enfriar y romper una relación en mil pedazos con una cruel distancia podríamos buscar mayor asertividad.

La verdad implica también ser testigo del daño que hacemos a los demás al rechazarles, al poner limites, al reconocer que no vamos a darles lo que esperan de nosotros, pero el dolor al escapar será mucho mayor aunque ya no lo veamos, o pretendamos ya no hacerlo, y la culpa en algún momento de nuestra soledad se nos hará presentes. Nos volvemos mas cobardes al oprimir el botón de bloquear o escapar, en vez de vernos a la cara y enfrentar al otro a nuestro estado, sobre la mesa, frente a frente como caballeros, siendo empáticos y corresponsables, quedando en buenos términos y abriendo quizá otras puertas, al menos la de haber hecho las cosas bien y ser individuos con mayor dignidad.  Ahí es donde esta el principio moral y no en otras cosas...


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