De la verdad.


 

"Decir de lo que es que no es, y decir de lo que no es que es, es falso; decir de lo que es que es, y de lo que no es que no es, es verdadero".

Aristóteles.


Mucho se habla de la verdad, una de las grandes preguntas de la filosofía de todos los tiempos, de los cuestionamientos mas recurrentes. La verdad, esa manera racional de entender la realidad, que se defiende, se desea, se exige, se utiliza como bandera para defender una causa o un beneficio, para justificar un acto. Justo esa coincidencia entre la afirmación y los hechos o la realidad misma ha sido motivo de un sin fin de discusiones.

Pero en la cotidianidad, mas allá de los escritos, de las palabras, ¿Cómo lidiamos con ella? ¿sabemos sostenernos en el principio de lo verdadero?.  En nuestra realidad, con la gente que convivimos, con quienes decidimos entrelazar afectos, con quienes nos relacionamos, con uno uno mismo, ¿somos capaces de ser sinceros, honestos, transparentes?¿Que hay detrás de los velos de los cuales nos encanta vestir la realidad? Si lo verdadero es un principio tan defendible ¿Por qué nos empeñamos en seducirnos con la mentira (mendacium)?¿porque sucumbimos ante la seducción de la mentira o la media verdad, o mas bien, porque la seducimos a ella?.

La verdad se podría decir es casi idéntica a la realidad,  es la manera como nuestra razón se explica y entiende la realidad y como le da o le adhiere en su explicación la connotación de bueno o malo.  Pero es solo estando consciente de lo verdadero, o del análisis de lo que se cree que es verdad,  cuando decidimos libremente maquillar o cubrir una verdad, es entonces cuando se te hace presente también la idea de que los demás la verán y es esa otra mirada "del otro" y que ese "otro" tendrá su categoría moral, así se que recurre al engaño. Y es que es atribuible a nuestra libertad, a nuestra total capacidad racional, es un acto moral que requiere un proceso de análisis y valoración de los hechos, las circunstancias y las consecuencias (sobre todo) para  decidir enfrentar la verdad o no. 

Algunas veces, nos enfocamos en la verdad, y perdemos de vista la poca gente que quiere que esta se vea, desnuda tal cual es, pero la verdad esta siempre ahí, la veamos o no, la queramos ver o nos contemos el cuento de que no existe. A la verdad no le interesan, por decirlo de alguna manera, nuestros deseos, temores, necesidades, ideologías, decisiones, ilusiones simplemente ahí esta y depende de uno lo que hace con ella. El costo de la verdad puede ser muy difícil de sobrellevar, te enfrenta y a veces uno no sabe que hacer con eso, se requiere habilitarse, entrenarse... ¿Cuál es el costo de la mentira?...

La verdad es un deber mas allá de los hechos, y requiere valor, requiere un compromiso moral con uno mismo, mas allá de las consecuencias, del beneficio o del costo. Requiere dejar a  un lado prejuicios e interpretaciones  que uno le da  a la realidad pero que no son la realidad.  La mentira o media verdad lastima la confianza y es difícil así sostener un juego limpio donde el espíritu mismo esta en medio. La verdad  nos conduce a un mejor camino,  mas aportador, mas constructivo, donde le permitimos a los demás ver nuestro juego y así permitir que ellos tomen sus propias decisiones. Es un juego libre. Un juego limpio. Libre. ¿Qué tanto estamos dispuestos a permitirlo, a vivir en limpio, en paz?, ¿Qué tanto estamos dispuestos a seguir contándonos el cuento y pretender que no pasa lo que es evidente, lo que la misma mentira nos acabará revelando?.. ¿o hasta cuando, donde están nuestros límites?.. Enfrentarse a la verdad es un ejercicio sobre todo donde podernos entendernos como un ser  único y diverso a los demás, a su vez completamente igual que los otros, quizá eso nos llevaría a vivirnos en mayor empatía, en una real igualdad. 




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