cuervos sobre el césped

Un lienzo en blanco de un lado colgado del muro, un Eros del otro quien ha guardado sus flechas para observar lo que pasa antes de ir a por Psique, en los cuatro pequeños muros silenciosos. El invierno erosiona los minutos del día y no hay tiempo que alcance para terminar las faenas que las musas han proveído desde estaciones pasadas, y en vez de frío la primavera invade los campos y litorales de la bahía en una estación que no le corresponden.

Los papeles blancos esperan, esperan mientras los días se escurren por las mismas paredes que cantan armónicas que suenan como órganos. Y de noche regresan las persecuciones de sueños que me dejan su vaho mientras los lápices se llenan ansiosos de su colisión con la superficie.

Y ha habido días como ayer, como ahora, en donde las preguntas llegan a desayunar y yo asomándome a los ventanales de mi cuerpo veo cuervos negros en su festín sobre el césped verde con el soplo y susurro de una noche de febrero en un cielo despejado.