La empedrada del Lencero



Por la entrada empedrada de El Lencero, enmarcada por arboles y plantas, a la derecha una pequeña capilla mil y un imágenes y sensaciones brotan y cruzan por mi cabeza. Lo único que sabía era que había sido de Santa Anna. Había leído algunas escenas ocurridas ahí, así que me moría por conocerla. Es desde hace casi cinco siglos, primero perteneció a uno de los soldados de Hernán Cortés, llamado precisamente Juan Lencero. Mas tarde fue una de las diez posadas para descanso de los viajeros en el camino desde Veracruz, en el siglo XVII, Jerónimo Perez de Salazar, su dueño, se dedico a la cría de ganado, al cultivo y procesamiento de la caña de azúcar. En 1842, el general Antonio López de Santa Anna la compra a sus 34 años y dos años mas tarde contrae matrimonio en la capilla con Dª. Dolores Tosta. El Lencero fue su propiedad durante 14 años hasta que en 1856, Comonfort decreta el embargo de todos los bienes por lo que pasa a manos de la Suprema corte de justicia. La hacienda se vende en 1870, sufre saqueos y destrucciones desde la Independencia. En 1935 D. Rafael Murillo compra una parte y recupera lo que antiguamente fue, para 1981 es adquirida por el gobierno del Estado quien restaura los jardines y la casa de las monjas.
La ex hacienda del que fuera presidente 11 veces, hoy día aun de pie, es un espacio vivo en el que orgullosamente te permite caminar por sus jardines y su empedrada de la mano del sueño de una parte de nuestra historia mexicana y su delicioso olor a café.



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