insomnio con Manet

Parece que me miran, sí me miran…
he de estar frente al cuadro, aquí en mi
cocina, no en el Museo, no en mi muro de
escaleras blancas de la casa de mi adorada Isolda.

Apenas cierro los ojos y la
pesadez de mi cuerpo se posa sobre mí, y los recuerdos llueven, algunos viejos,
otros no tanto, y me veo apenas hace algún ayer, como bien dicen que la
experiencia te quita la inocencia del que no ve, del que se come el mundo a
puños, de quien colecciona juguetes pensando que los tendrá para siempre, de quien
guarda sus cartas en una alcancía creyendo que son joyas y algún ladrón se lleva,
de quien teje madejas de hilo y las conserva en un frasco.
Apenas cierro mis ojos y veo esos
dos oscuros ojitos de changuito, mirándome tan de cerca tiernamente, así como
solían verme, y me veo ahí, comiéndome el mundo a puños frente a Le déjeuner
sur l’Herbe en el d’Orsay, con la pesadez en la mirada como la que poseo esta
noche que no puedo dormir y todavía sueño con ser artista.
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