en un noche cálida de verano con página nueva...



Hay días de verano soleados que son pintados con manchas negras, de desconcierto y desazón. De vez en vez las manos se llenan de negrura como si se hubieran batido en tinta china y el corazón suda de cansancio como haber pasado una lucha con los caracoles que van al entierro en otoño y llegan en primavera.

Han pasado días, semanas sin que toque un lápiz, mientras los cantos de las sirenas perdidas se han convertido en un ruido que tiñe de manchas el papel, como el hongo lo hace con la humedad. En el cielo algunas estrellas se han opacado, otras brillan más que nunca, como son las cosas. Todo ha quedado allá, en los pliegues de la memoria, mientras el barco sigue su trayecto, con su habitual tripulación y el mar abierto frente a nosotros. Y en esta noche calurosa al ritmo del ventilador escribo nuevamente recordando a Prévert como hace ya tiempo.  Han caído las hojas después de primavera, cosa rara…


¿Qué más da lo que pasa aquí adentro de mí?, Me quedo sin palabras,  mientras veo el polvo de oro que ha quedado regado por el piso de la casa, como soplado por el viento y hay que recoger y ponerlo de nuevo en su cofre… como se hace en estos casos, mientras viene Max Ricther combinado con la lluvia y nuevos sueños se montan en el escenario… como es la vida, tras la muerte de una rosa nace una nueva planta.

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