Los días se acortan...



Los días se acortan mientras los ojos se alargan, entre una pintura que estancada persiste y se derrite en mis manos cada que la toco, como se toca a quien no quiere estar con uno, como se toca lo que no quiere ser tocado y ahí voy de nuevo de insistente a abrumar a Romeo.

Las semanas abrevian los minutos dejando momentos donde revolotean mariposas amarillas, donde los nervios se congelan y los viernes nos dejan el buque del pimiento  con queso, el vino y los juegos de cartas que desvelan un entretejido de profundo cariño, historias compartidas y roces de vida que se extienden cada vez como la plantita cuando es regada.   El un, dos, tres del entrenamiento de las notas que hace el lápiz sobre la superficie, la acuarela y el olor a óleo que queda cada noche en el taller arrullan a los murciélagos que apenas salen mientras apenas voy a preparar la cena y borrachos van al mar.
Entretanto la noche nos abraza y las manecillas apuran nuevas historias que aparecen y empapan mi apetito,  mis intromisiones perseveran obstinadas  como vampiros a dejar algo cada día, a tocar fibras de alguien, palpar humanidad, a regalar mariposas que sonrojen y abrillanten las pupilas, en un intervalo delos  abrazos largos de los fines de semana que entre cuatro se funden en cazuela.


Esta noche es fresca como las de septiembre en mi pueblo, como las de Ponte, es bueno creo, el café está aún caliente y su vapor me llena la cara con estas palabras antes de que la madrugada llegue y me ponga a pintar de costado a un tal Max Richter, así son estos días, qué más puedo contar...

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