de lo que sembramos...


Cada uno de uno nosotros, adultos, fue inyectado, inducido y reconducido hacia un esquema de comportamiento social desde el nacimiento a través de ciertos patrones.  Las figuras materna y paterna (o quienes llevan a cabo la crianza u fungen como esas figuras), al igual que la sociedad toda crearon el marco de referencia donde nos desarrollamos y de ahí partimos hacia nuestra adultez. Los padres son el mejor instrumento que tiene la sociedad para inyectar esquemas, valores, perfiles, roles estándar que necesita para que cada uno de nosotros sea un engrane que funcione en un sistema de permanencia. Es así que las experiencias que tuvimos desde que nacemos hasta la juventud y las dinámicas establecidas en ese tiempo son fundamentales en la formación de nuestra esencia y comportamiento adulto, lo que se traduce por ejemplo, en el cómo nos enfrentamos a las problemáticas que se nos presentan en la vida, en como reaccionamos al rechazo y que hacemos con él, como reaccionamos frente a lo que no entendemos o no podemos controlar, a la frustración, al temor, a la aceptación. De ahí establecemos nuestras necesidades afectivas y psicológicas y en que tonalidad, el cómo nos relacionamos entre nosotros, como establecemos relaciones afectivas con el mismo sexo, con el sexo opuesto, como nos relacionamos con nuestro cuerpo, con el exterior y como en la relación sexual, entre otras.

Al asumir nuestro comportamiento y alimentarlo cada uno de nosotros, y en suma todos juntos, a su vez somos formadores y continuadores de una cultura dinámica (sociología) siempre en una continua lucha por sostenerse o evolucionar. Esta cultura consiste en el conjunto de reglas de comportamiento para el sostenimiento de un sistema de orden social que nos permita vivir en comunidad (la relación social de producción, con discursos de legitimización, prácticas de poder, costumbres, hábitos permanentes de comportamiento, objetivos valorados por la clase dominante y la clase dominada en sus condiciones de género, raza, ideología, condición socieconomica, etc.).
Una sociedad poco desarrollada al igual que un ser humano inmaduro promoverá desconfianza, desamor, tabúes, prejuicios, inseguridad, dependencia, fomentara la ruptura, la disgregación, el conflicto.
Una sociedad crecida, al igual que un ser humano maduro o con la voluntad, búsqueda y determinación de desarrollo fomenta la integración de individuos de diversos orígenes, la individualidad, la equidad de género, la conducta humana sensible, libre y responsable.

Reitero que así como nosotros, hoy adultos, somos lo que cada uno ha decidido hacer con lo que nos sembraron y lo que de nosotros ya por su cuenta decidimos construir, hoy somos responsables de formar los marcos de referencia de los que han de continuar.

Es comprensible que una vez domesticados no podamos más que repetir y recrear los patrones y formatos que hemos decidido que pervivan en nosotros mismos, no por otra cosa sino porque los hemos hecho en nosotros habito costumbre y valor. ¿Cómo podría un padre que considera que su mujer es su objeto y no es libre para decidir y fomentar amistades por cuenta propia, impulsar y valorar en  su hija principios de libertad, confianza, certeza, valor, individualidad y desarrollo personal?, ¿cómo será posible que una madre que se ha nulificado aceptando la no responsabilidad y riesgo estando en sumisión y pertenencia frente a su marido y dedicando su porque de vida a la neurótica sucesión de la limpieza y orden interminable del hogar, pensar siquiera que sus hijos no le rindan culto y la amen por su don sufridor? ¿Cómo podrían unos padres con un prejuicio descomunal respecto al cuerpo humano y la sexualidad no inferir o acusar siquiera que sus hijos (o los de otros) se conducen de manera pervertida frente a su exploración sexual justo en la etapa fálica (según el desarrollo psicosexual freudiano) y los castiguen por ello?
Los dos nuevos adultos en tanto que estar en la domesticación han dejado de ser no tan solo libres, sino individuos, han decidido aceptar el rol de autómatas donde se dejan vivir por los roles que han decidido aceptar y no podrán más que sembrarlo y proyectarlo en sus hijos de manera no responsable, promoviendo fijaciones que  persistirán en la adultez (subyace en la personalidad y psicopatología del hombre o la mujer incluyendo neurosis o trastornos de la personalidad).

Vale la pena cuestionar nuestra postura frente a las problemáticas, búsquedas, necesidades o quehaceres de nuestros hijos, de su entorno, de las personas con quienes se relacionan, de nuestras propias relaciones con ellos. Vale la pena que nos bajemos a su nivel de entendimiento para comprender de mejor manera lo que les sucede, como se sienten y podamos ayudarlos. Vale la pena hacer el esfuerzo en proveerlos de un marco de referencia sano con principios de libertad, responsabilidad  y compromiso.


Uno como sujeto es libre  y ama, pero la libertad y el amor no es lo que se cree que es, la libertad exige, es el compromiso y el acto de responsabilidad con el mundo real. La libertad genera angustia, espanta, exige porque nos forza a romper esquemas, a modificar conductas, a indagar en nuestro espíritu y alterar el orden de nuestra psique,  pero si se elige se constituye uno como sujeto,  se construye un ser, y entonces le damos un sentido real y profundo a nuestra existencia que no se extingue tan fácilmente. Es una maravilla vivirse como lo que somos: no mujeres, no hombres, sino humanos en todo su esplendor, y esta será la mejor manera de ayudarles a nuestros hijos. Ellos no serán niños mucho tiempo, estamos formando adultos.

Comentarios

eduardourbiolaituarte ha dicho que…
PUES QUE TE DIGO
SI LO HE ESCRITO CONTIGO
NOMAS QUE ES EL CONTINUO NO QUERER CAMBIAR DE UNA SOCIEDAD
QUE SE SIGUE ENSUCIANDO EN SU PORQUERIA
MAS ASI HA DE SER DURANTE TANTO TIEMPO QUE LO LLAMAREMOS
A ESTO LA ETAPA DE LA ETERNIDAD PERDIDA
OSEA OTRA EDAD MEDIA U OBSCURA
YA SE HABLARA EN LOS LIBROS DE TEXTO DENTRO DE 10MIL AÑOS
Y SE DIRA QUE ERAMOS UNA SOCIEDAD EMBRUTECIDA
Y SIN GANAS DE CRECER
The Terribles ha dicho que…
Being a parent is hard work, it is the most difficult thing we do. And we always question if we are doing and have done a good job. (You will ask that question often as your children grow.)

Freedom has its responsibilities. And one of these is help our children become good contributors to a civil society.

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