viernes último de mes.


Empezó la música aun estando  la habitación oscura.
Mis ojos no podían siquiera abrirse, de pie funciono, sí entre el estar y no estar. Cantaron la ducha, los platos y los vasos. Cantó el gallo y la puerta nos dejó entrar al camino donde todo vuelve a empezar. 
El cielo no se veía como ayer, no en sus naranjas y nubes moradas, más bien hoy estaba gris y tupido. 
Recibo una flor blanca,  como cada día, esa que ya espero desde que nos acercamos a la esquina del árbol que nos mira para saludar.  La coloco en mi oreja desde donde puede mirar todo hasta regresar a casa antes de llegar a su cuenco con agua.

El parque estaba cerrado, hoy no hubo césped,  así que tuvimos que rodear por la calle rural de las gallinas que entre pavor y brincos corrían espantadas. Cada vez más cerca de la escuela y no había tráfico, y no había ruido,  solo las palmeras nos miraban con sus aires dejando el viento una especie de quejido sordo.  Aulas cerradas, luces apagadas, solo susurros de adultos, solo la melodía de la diferencia, de la ausencia de saltimbanquis,  de los colores y los gritos.
Entonces fue cuando recordamos que era viernes último de mes, ¡Claro!...
Contrariados nos regresamos por el sendero que nos lleva de vuelta a casa a tomar allá el café, en una mañana degollada por la luz cargando las mochilas de las risas y el juego de niños.


Comentarios

Anónimo ha dicho que…
AHORA SI
....Y LA VIDA SIGUIO COMO SIGUEN LAS COSAS QUE NO TIENEN SENTIDO....
JAAAAA
MAS AL MISMO TIEMPO
LAS LUCES Y COLORES NO SE DESDIBUJARON
SINO MUY AL CONTRARIO
SE SEMBRABAN AL PASO DE NUESTRA EXCURSIÓN
Y LOS NIÑOS POR IGUAL COMO QUE IR U NO IR LES PARECIO IGUAL
Y HENOS AQUI
EN EL BARCO PIRATA
ECHANDONOS AL MAR OTRA VEZ MAS

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