sorolla Pacífico


Estas últimas tardes se ha colado la intención por la puerta de arriba, ha subido por la escalera y me llevado con todo y saltimbanquis al mar. De repente me enfrasco en lo cotidiano y me olvido de que la playa esta tan cerca, y es que ahora los lápices me tienen tan obsesionada, peor que cualquier otro amor te pudiese tener.

Ha sido como a eso de la tarde noche donde frente al gran abrigo marino he visto escenas que hacer latir mi sangre y ver mariposas amarillas volando a mi alrededor aun frente al espejo en casa o frente a la tela.
El paisaje resulta ser muy iluminado, el sol empapa todo lo que la mirada pudiera captar. El agua se mueve con armoniosa cadencia como la mecedora de un anciano, y los bañistas brillan en sus pieles ocres y bronces,  como brillan sus luces sin color, los blancos y amarillos encandilan..

Los niños corren con tremenda alegría, las palmeras rebozan regocijo, la arena se torna dorada haciendo a mis peces brillar… y yo veo a Sorolla por todas partes, aquí lejos del Mediterráneo, casi cien años después. El paisaje se desangra  todo en azules y blancos brillantes y entonces no palpo más que la vida es verdad y la poesía existe.

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