Eduardo

Hay algunos que traen tinta combinada con sangre,  y que la sangre además se agita dentro de sus venas con la reciedumbre de las olas en momento de tormenta, cargadas de vigor y de fuerza.  Hay algunos así, no muchos, al menos no que yo haya conocido, pareciera que están en extinción de hecho o que he sido la que no ha tenido tanta suerte de toparse con ellos.
Es fácil detectarlos pues cargados siempre de tinta necesitan crear jardines y paisajes con las palabras, enredan con sueños que de la libreta sacan frases para enmarañarlos en los cabellos y hacerlos flotar con el viento que corre al son del verso por constelaciones completas que enamoran a diestra y siniestra.
No necesitan nada, ni posesiones  ni accesorios, solo dejarse caer con palabras que como la lluvia se desploman y empapan a quien las escucha  y quien  termina tomándolas como a las estrellas para estrecharlas después contra el pecho  e iluminarse como una lamparilla.
Hay algunos personajes así, apasionados, irresistibles para alguien como yo, agobiantes para otros, uno de ellos sin lugar a dudas es Eduardo, y es quien ahora yo voy a pintar.