La monstruosa ciudad.

Sí, sé que mi visión hacia ella conforme pasan los años ha ido de mal en peor, y como dicen los defeños, no todo esta tan mal.
Tienen razón, yo misma me siento muy cómoda en algunos sitios, veo la belleza en esas a las que yo llamo islas, pero al desplazarnos de una isla a otra no puedo evitar ver esa manera muy propia de la ciudad, los edificios descuidados y abandonados, los enormes hoyos en las calles, la basura, los anuncios y paredes percudidos todos por una gruesísima capa de smog fabricada no sé cuantos años atrás, su constante olor a drenaje y esas miradas de miedo que recorren cada rincon del entorno descartando el peligro.
Esa noche me prometi verla de una manera diferente, pensando en que talvez estaba siendo muy obsecada en mi visión hacia ella, pero a la mañana siguiente no pude evitar ver su realidad.
No la comparo, la ciudad es así, con su muy particular manera de ser y de vivirse, caótica, deslumbrante, impresionante, abrumadora.

Por otra parte cuando veo fotografías o escucho testimonios de los mayores y ancianos quienes me describen de ese otro México mas ordenado, mas provinciano, mas hermoso, me doy cuenta que mi visión del México de hoy no esta errado.
Mas aqui estamos, en esta gran ciudad de México donde muy pocas veces veo el sol brillante, y sí mucho gris, en esta selva de concreto y campañas publicitarias, en este pueblo donde el contraste entre ricos y pobres es abismal, en esta ciudad en donde habemos tantas vidas tan dispersas y tan afines, en la gran ciudad de México.
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