Anotaciones del vagabundo...
Habían calles enteras entre
neblina cuando llegue a esta parte de la psique en donde el nervio y el temor
van cargados con la adrenalina de deseo de comprender que sucede cuando uno suelta grilletes y
siente las muñecas y tobillos libres. Uno piensa a veces que una, dos o tres
experiencias a las que hay que enfrentar con plena conciencia te darán un despliegue de información que se convertirá
casi que en una cura de la enfermedad de lo inentendible, pero no es así. Son
solo anotaciones. Cada callejuela, cada
esquina, cada casa o habitación se convierten en un infinito espectro de
posibilidades de apertura o represión, de tratamiento, maleficio o condena, y más
bien depende de uno el que hace que con todo eso, cuando las venas corren a todo lo que dan y los
afectos se anudan, cuando el consiente te lleva a ver el despacho de las
pulsiones del inconsciente.
Descubro que deambular en estas
calles de la mente y el comportamiento humano me arrebata, es como pasearse por
cada personaje en una obra teatral y correr por el escenario, bastidores,
camerinos, adentrarse en cada actor al momento de representar su rol, y cada
uno de los espectadores. Lo que pasa es que al explorarnos, uno se observa una y otra y otra vez, y al hacerlo
se reconoce en los demas, que es justo lo que uno hace cuando se dedica al
arte, hablar de nuestra humanidad.
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