Buqué en una noche de primavera invernal...
Sobre el costado del acantilado de Tapia esta mi memoria con
una carta escrita en arches que recibí esta semana y el sabor que el vino de la noche me deja el pacífico. La cumbia de las casas vecinas me enteran de una boda que me revuelve la
cabeza con el contraste en que se convierten las imágenes y pensamientos que
revolotean saboreando lo vivido de mis recientes días…
Líneas de vidas que como hilos convergen y nos alimentamos los
unos a los otros de manera muy particular, situaciones que se convierten en una infinita cantidad de
fibras que tejen y entretejen ese rodete que nos va formando y definiendo y nos
vuelve embajadores de una historia. Hoy no intento desbobinar el rollo de hebra
para entender como es, como se formó, que es lo que lo contiene, ha sido una
búsqueda personal durante mucho tiempo, pero hoy no.
Sobre la mesa de
mi valle hay chocolate blanco y expresso como lo tomaba despacito en las noches
frías de mi pueblo, o vino, o vodka, que
bebo con mi rebaño de cabras, y mas cabras que he decidido querer muy de cerca.
Sobre mi planeta acantilado contemplo el paisaje, y siento lo mas que puedo,
pues si pudiera regresar el tiempo probablemente pensaría en cambiar algunas muchas
cosas que hice y no hice, y si viviera de nuevo haría mas de lo que no he hecho..
no lo sé, y no sé tampoco que pasé mañana así que hedonistamente paladeo lo que
hoy toca por vivir en esta confluencia de historias que enriquecen y vivifican
el espíritu humano, con el lápiz junto a mi corazón, esperándome siempre a que
lo atienda…
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